Peculiaridades

domingo, 10 de marzo de 2013

"La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser"

Hesíodo

Ayer tuve el gran honor de dar la bienvenida a mis ex compañeras de clase del colegio donde hice la EGB. El encuentro se merece todo un tema aparte, pero me temo que esta semana, asuntos familiares me van a ocupar la cabeza de tal manera que me será imposible escribirla. Pero muchas de las asistentes me han pedido tener el texto de la bienvenida, y por ello lo cuelgo aquí:



"Buenos días. Las organizadoras me han pedido que dirija unas palabras para abrir este acto. Quiero agradecerles antes de continuar que hayan depositado su fe en mí. Sólo espero que no se arrepientan.

Queridas compañeras de colegio, familiares, profesoras, hermanas: me es muy grato daros la bienvenida al encuentro de Antiguas Alumnas del Rebaño de María, promoción del 73, en el 25 aniversario de su salida de este Colegio.

En realidad son ya casi 26 los años que hace desde aquel Junio del 87, cuando triunfaban los Hombres G que habíamos conseguido ver en una firma de discos en el viaje fin de curso a Madrid. Creo que algunas profesoras aún tienen pesadillas recordando aquello. Atrás dejamos muchas experiencias… No sólo lecciones y exámenes, sino convivencias, fines de curso con sus tómbolas y bailes, Meses de María por Mayo, muchas horas de catequesis y aún más de ensayos del coro, canciones e himnos, juegos de comba y salto de goma elástica, la Primera Comunión, el rezo de la mañana, el infame potro de gimnasia que nunca conseguí saltar, obras de teatro…

Decía un tal Hodding Carter, periodista, que a los hijos sólo se les puede dejar dos legados duraderos, raíces y alas. Y mi amiga Carmen, maestra, añade que la misma tarea tienen los enseñantes: raíces para saber de dónde venimos, alas para dibujar nuestro propio camino. Aquel Junio del 87, con las raíces que he citado, abrimos las alas poco a poco y empezamos a marcar nuestro propio camino. Otros estudios, carreras, oficios, trabajos, negocios… Parejas, hijos, sobrinos, motocicletas… Algunas se quedaron aquí y hoy sus hijos ocupan las mismas clases donde nosotras nos sentábamos. Una de nosotras ha llegado a ser profesora aquí mismo. Otras volaron más lejos, Córdoba, Madrid, Cádiz…

Hemos cambiado mucho. De niña me sabía al dedillo la vida de la Madre Fundadora y anteayer la tuve que buscar en el Google para preparar este discurso. Dejé el uniforme gris y blanco y ahora me pongo uno azul en el hospital. Pero hay cosas que permanecen. Los Hombres G ahí están, con menos pelo, sí, pero siguen grabando discos y hasta un musical. Y cuando nosotras nos juntamos y alguien saca las viejas canciones de coro del cole, las voces se alzan solas, encuentran el tono a la primera (o a la segunda) y  la emoción se asoma a nuestras caras.

Por eso de vez en cuando, como hoy, hay que descansar las alas, tomar tierra y volver al nido, a nuestras raíces, para recordar el sentido de la pertenencia a un grupo, las enseñanzas que recibimos, el valor del compañerismo y la amistad, en suma, todas aquellas cosas que cuando fuimos niñas, sentaron las bases de las mujeres que hoy somos. Porque, como dice Teresa de Calcuta:

Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.

Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,

perdurará siempre la huella
 del camino enseñado.

Cantemos ahora en la Santa Misa como entonces hacíamos. Como si no hubieran pasado casi veinticinco años. Como si fuésemos a salir después al patio de recreo. Y recemos como nos enseñaron, pidiendo volver a reunirnos dentro de otros 25 años. Disfrutemos hoy de la alegría del encuentro. Mañana seguiremos volando.

Gracias a todas, y bienvenidas."