Me ha gustado lo de empezar a escribir usando un refrán como título. Los refranes son cachos
de sabiduría popular condensados en una
sola sentencia. Para pasar fácilmente de generación en generación.
Debería ser así de fácil con toda la sabiduría popular. Pero lamentablemente, no lo es. Es lo que ocurre con la lactancia materna, o como yo la
llamo, dar teta al crío. Tooooooda la vida de Dios,
desde que caminábamos semierectos lanzando gruñidos y pedradas, criando los retoños a pecho, y a la que consiguen inventar una leche
artificial medio potable se nos olvida todo ese arte en menos de dos generaciones.
Termina ocurriendo lo inaudito, algo que en otros ámbitos como la alimentación, respiración o la misma procreación humana sería impensable: que el modo artificial sea visto de forma más natural que el que inventó la Mother Nature. Y así, no nos extraña ver a un bebé de semanas siendo alimentado
con un biberón. Pero se nos haría rarísimo ver a tó Cristo por la calle con un respirador automático.
Es por ello que, en muchos lugares, madres supervivientes a
la cultura del biberón decidieron unirse para
difundir y compartir la sabiduría que se estaba perdiendo.
Porque no hay manera de condensar en un refrán la postura adecuada para que
un recién nacido se enganche en
condiciones, cómo curar unas grietas en el
pezón o qué hacer cuando se te acaba la baja maternal y el niño aún no desayuna churros con chocolate. Y como a nuestro alrededor una madre lactante
no suele tener modelos de referencia cercanos, o acude a un grupo de éstos, o con perdón de mi madre, que no usa palabrotas, las pasa muy
putas.
En esta semana en que nos encontramos, la primera de
Octubre, celebramos la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Y en cada
ciudad, un grupo de mujeres sin más denominador común que la experiencia de dar teta a sus críos y la voluntad de ayudar a otras madres, organiza actos
para difundir su labor. Es por ello que hoy estoy escribiendo estas líneas, porque yo soy una de esas mujeres y madres. Las pasé muy canutas con mi primera hija, y cuando nació la pequeña supe de la existencia de un
grupo de apoyo y empecé a ir a las reuniones, aun
cuando no tenía un problema objetivo que
resolver, aparentemente.
Pero sí que lo tenía, aunque Triqui mamaba como si no hubiera para mañana, aunque engordara a ojos vistas cual lechón cebado para Navidad, aunque casi ni supiera lo que era
una grieta. Mi problema se llamaba soledad. Apenas conocía a nadie más que estuviera criando como
yo. Era la única madre del parque y los
columpios que no sabía decir en qué farmacia estaba la leche de polvos en oferta. Me miraban
raro cuando decía que dormía con la niña para evitar estar media
noche de parranda por los pasillos, y no precisamente con un gintonic en la
mano. Gracias al grupo local de apoyo a dar la teta, encontré a madres que pasaban por lo mismo que yo y que no
encontraban respuesta en los cauces oficiales. Ninguna revista de padres te
dice cómo superar los cólicos si no hay biberón en el que echar unas gotitas,
ni cómo se le empieza a dar a los
seis meses comida de verdad tras la teta sin recurrir al
mediocacitodecerealessinglutenenelbibidelanoche. Ellas sí. Y de pronto te encuentras con una cría metida en una bandolera de tela tirándose cuescos a mansalva, aliviada, y dándole una galleta para roer a los seis meses tras tomarse
la teta de la mañana, y te preguntas cómo, si las cosas son tan fáciles, no hay nadie que las
cuente así. Salvo mis amigas. Así llamo ahora a algunas de
ellas. Porque me han abierto un mundo que yo desconocía. Porque han compartido sus galletas conmigo en el parque,
junto a los columpios, porque me han ayudado con su experiencia y me han
animado a seguir con la mía. A entera satisfacción de todas las partes implicadas.
Otro día cuento qué ha sido para mí poder elegir y dar el pecho
para alimentar a mis retoñas. Por hoy, basten estas líneas para dar mi homenaje particular y celebrar la Semana
Mundial de la Lactancia Materna. ¡Mucha teta!
PS. La elección del título tampoco es casual. Lo he elegido debido a su significado tan preciso en estos días de recorte de derechos, trabajos y servicios sociales. A aquellas amigas y compañeras que están en la lucha, reivindicando justicia en este mundo, ¡ANIMO! Vosotras sabéis quiénes sois... ;.)
Preciosa entrada, tocaya. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarA ti, salá. Otro abrazote... ;-)
EliminarPues no sé qué decirte, Pecu, igual sí que acabamos todos con el respirador por la calle... Uy! Mejor no dar ideas... Ojalá yo hubiese encontrado un grupo como el tuyo, porque la soledad sí que es cierto que no se lleva muy bien.
ResponderEliminarNo por Dios, Anna, con lo asquerosos que son los mocos con un respirador... XD
EliminarLo curioso es que cuando empecé a acudir a las reuniones, me presentaba diciendo que no tenía problemas. Tardé un montón en darme cuenta de cuál tenía. Y muy cierto, no se lleva nada bien. Un abrazo.
Como siempre, más razón que un santo. Yo no eché mano de ningún grupo, solo fui a un par de reuniones mientras estuve en la baja de la mariposilla...Luego fue imposible, se reunen por las mañanas...y como solo fui dos veces no conseguí trabar amistad (soy un tanto retraida y me cuesta, la verdad). Así que con mi mejor espíritu anti todo fui llevando la contraria a biberones, cereales (¡qué rica es la sopa!!), estiviles, chupetes y todo lo demás. Al final me hice a la idea de que el mundo es el que está equivocado, y punto. Hubiera sido más fácil con compañía física, pero al menos tuve una gran compañía electrónica, que bien sabes que me ayudasteis siempre y mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, compi.
Y bien sabes tú que la ayuda y la compañía fue mutua...
EliminarUn fuerte abrazo de comadre (cuidado con tus múltiples brazos, Diosa Kali ;-) )
Querida Pecu, me han gustado mucho tus palabras. Creo que escribes muy bien y es un placer sber que tienes este Blog donde poder encontrarnos.
ResponderEliminarUn beso grande de
Miguel Ángel Toledano
Querido Miguel Ángel, que usted me lea es para mí un gran honor. Y que además crea que escribo bien catapulta mi ego a la estratosfera. Mientras intento tocar tierra, dése por abrazado y besado. Y vuelva cuando quiera.
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